¡Oh la saeta!,
el cantar al Cristo de los gitanos, siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar.
Cantar del pueblo andaluz, que todas las primaveras anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz.
Cantar de la tierra mía, que echa flores al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores.
¡Oh, no eres tú mi cantar!.
No puedo cantar ni quiero, a ese Jesús del madero,
si no al que anduvo en la mar...
Antonio Machado
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